Alto Paraná (AP) es la empresa forestal más importante de la Argentina. Fue creada en 1976 y estuvo en manos argentinas hasta 1996. La compr6 Arauco, una sociedad anónima radicada en Chile.
Hoy AP tiene un patrimonio de 233.700 hectáreas. Maneja dos viveros, la fábrica de pasta celulósica de Puerto Esperanza, dos aserraderos, una planta de remanufactura y una fábrica de tableros de mediana densidad (MDF). Y asegura que opera según "los estándares más altos del mundo en cuanto a calidad y protección del medio ambiente" .(Ver nota adjunta)
La planta de celulosa de Esperanza, donde trabajan unos 400 empleados, tiene uno de los sistemas más modernos dentro de la decena de industrias similares que hay en la Argentina. Según Greenpeace, allí se tratan los desechos y se produce la pasta, con un sistema parecido al que usarían Botnia y Ence en Fray Bentos, Uruguay Pero un mes atrás, los directivos de la compañía tuvieron que salir a desmentir una denuncia que señalaba que, a pesar de contar con mecanismos para tratar los efluentes, la fabrica tira los desechos por un conducto clandestino: sin someter los residuos industriales al proceso obligatorio. En Chile, también tuvieron problemas. En Valdivia, la planta de celulosa fue cerrada temporalmente por las autoridades por una larga lista de irregularidades.
La entrada a la planta de pasta de celulosa de AP está a dos kilómetros antes de llegar a Puerto Esperanza. La calle asfaltada sale de la ruta 12. Los camiones pasan cargados de madera de pino. Y suelen tener suerte: no fallan a la hora de esquivar los baches certeros.
Ese mismo recorrido hizo durante 10 años Mario, que no se llama así pero que solo esta dispuesto a hablar si se mantiene su identidad en reserva. Es técnico químico y trabajó en la planta. "AP no hace nada porque el Gobierno se lo permite y porque nosotros, que vivimos acá, también se lo permitimos. Todos dependen de la empresa. Es difícil. La empresa no necesita vigilancia, la propia gente cuida su pellejo", relata.
Mario ya recuperó la voz. Asegura que mientras trabajó en la fábrica tenía enfermedades recurrentes: fiebre, congestiones, y la voz, que se le iba.
La fábrica está bien resguardada. No se puede llegar por el camino: barreras y hombres de seguridad custodian la entrada. Y tampoco por ningún otro lugar. Hace un tiempo cerraron el camino de tierra que bajaba hasta el Paraná. Si una lancha se acerca por el río, es difícil que tenga suerte: también allí está todo bajo control.
Por si acaso, AP lleva adelante su campaña. Los carteles en las entradas de sus terrenos juran lealtad al ecosistema: "Nada es tan importante ni tan urgente que no pueda ser hecho con seguridad y cuidando el medio ambiente". Desde el aire, sin embargo, se puede ver la descarga negra que la planta tira al Paraná. Y también que esa descarga está río abajo.Dicen que si la fábrica tuviera la descarga de efluentes río arriba, y la toma de agua río abajo, el agua contaminada volvería a entrar a la planta y la empresa se vería obligada a purificarla.
“Así es el diseño en la planta de celulosa de Porto Alegre”, dice Mario.
La contaminación no solo se olfatea en el aire y multiplica sospechas en los centros de salud. En pleno monte misionero, no hay pájaros, Y a esta altura del Paraná tampoco hay peces. Las naranjas y pomelos, que antes crecían grandes y jugosos, ahora son frutas chicas que parecen deshidratadas. Todo eso pasa a pocos kilómetros del Parque Nacional Iguazú, uno de los ecosistemas mas asombrosos de la Tierra. Así y todo, no hay estudios ambientales para hablar de las consecuencias de la instalación de la planta de celulosa y de las miles de hectáreas plantadas con pino. Omar Rodriguez, el intendente de Puerto Libertad, lo explica: "Lo concreto es que las autoridades de aplicación del control ambiental nunca exhibieron los resultados de un estudio ambiental. Nunca un tecnico del Ministerio de Ecología o del Ministerio de Salud de Misiones salio a responder a nuestras quejas con datos concretos. Desde todos los sectores hay reclamos, pero nunca dicen nada". (Ver nota adjunta)
Rodriguez también confirma la plaga de enfermedades. "Nos llama la atención la cantidad de gente que hay con cáncer; con enfermedades en la piel y respiratorias. Y hay muchos con malformaciones congénitas. Todo eso hace sospechar que hay algo raro en el ambiente." El intendente sabe de lo que habla: su hija es medicada para combatir problemas respiratorios.
Miguel Villalba, de Wanda, hace años lleva a cuestas un tratamiento para que su hija Berenice pueda respirar. Los medicamentos son caros y cuestan 500 pesos por mes. La suerte de Miguel, en todo caso, tiene dos pilares: forma parte de la pequeñísima clase media de la zona (en Puerto Libertad, el 95 por ciento es pobre) y tiene un hermano alergista que le consigue los remedios a un precio muy inferior. Miguel agrega un dato fundamental: la plantación que alimenta la fábrica de celulosa.. "Los subcontratistas deAP usan veneno en las plantaciones para eliminar las malas hierbas y que los pinos crezcan rápido. Eso también contamina", explica.
En la zona neurálgica del negocio de Alto Paraná, la gente habla mal de la compañia forestal. Pero, igual, todos, a su modo, tratan de llamar la atención. E intentan aprovechar el momento, justo ahora que en Fray Bentos y en Gualeguaychú se discute sobre eso que ellos ya saben de memoria.
En el puesto de Gendarmería mas cercana a la planta de celulosa de Puerto Esperanza, , con el temible olor de fondo y los ojos irritados, un suboficial habla por todos: "Escucho hablar mucho de Entre Ríos y de Uruguay. Seria bueno que alguien se acuerde de lo que pasa acá, en Misiones"